La Historia de Ferrari. Los años ’80.

La década empezó realmente mal a nivel de resultados para los de Maranello, cosechando sólo ocho puntos en la temporada de 1980 y finalizando en la décima plaza en constructores. Uno de los peores resultados de Ferrari en toda su historia.

El mítico Gilles Villeneuve y Jody Scheckter pilotarían para la Scuderia en aquella temporada. Pese a la calidad de ambos y un Scheckter que había sido campeón del mundo un año antes, el 312 T5 no ofreció un buen rendimiento.

Para la siguiente temporada desde Maranello estaban decididos a enmendar los problemas y revertir la situación. Pironi y, de nuevo, Gilles Villeneuve, estarían a los mandos del Ferrari.

Las buenas manos y, combatividad extrema del canadiense traerían la mayoría de los puntos a Maranello, Pironi aportó pero en menor medida. Pero de décimos en 1980 a quintos en 1981, poco a poco, el cavallino resurgía.

La tragedia se ciñó sobre Ferrari en la temporada del 82. El carismático, brillante y combativo Gilles Villeneuve perdía la vida en Zolder durante la sesión de clasificación del Gran Premio de Bélgica. La muerte se producía en el siguiente fin de semana de carreras tras el polémico Gran Premio de San Marino.

Polémico debido a la actuación de Pironi quien, con el doblete para Ferrari ya en la mano, decidió saltarse las órdenes de equipo y adelantar a Villeneuve casi al final de la prueba.

La muerte de Villeneuve en Zolder convirtió al canadiense en todo un mito en Maranello, donde era querido y pura predilección de Enzo Ferrari. Pero había que seguir corriendo. Pese al golpe en lo más profundo del alma de la Scuderia, Pironi lograría el subcampeonato y la marca se haría con el mundial de constructores. Un título que, sin duda, iba hacia el cielo, hacia Gilles.

La inercia ganadora continuó al año siguiente y Ferrari volvería a ganar el mundial de constructores. Esta vez con René Arnoux y Patrick Tambay al volante. A parte de la calidad de pilotos y escudería, la regularidad de ambos y del 126CB2 y 126CB3 fueron clave.

La fiabilidad en los años 80´ no era fácil de conseguir y los fallos mecánicos estaban a la orden del día.

Las cosas cambiarían de forma abrupta en la temporada 1984. McLaren dominó con una supremacía casi atroz el campeonato, tanto que, pese a quedar Ferrari segundo en constructores, la diferencia entre ellos fue de 86 puntos.

A pesar de una victoria y siete podios conseguidos por Michele Alboreto y René Arnoux, los de rojo no pudieron ni acercarse a los McLaren del gran Nikki Lauda y el joven talento Alain Prost. A la incontestable calidad de los pilotos de Woking, se unía una creación de John Barnard absolutamente magnífica.

Ferrari y Michele Alboreto flirtearon con el sueño ferrarista perfecto de ganar el mundial con un piloto italiano al volante. Pero a pesar de ocho podios y dos victorias en la temporada 1985, no pudo ser.

Alboreto fue un gran piloto, pero pese a pilotar además, unos grandes monoplazas de Ferrari, se topó con una McLaren que comenzaba sus años de mayores glorias. La Scuderia volvería a quedar segunda en constructores. René Arnoux y Steffan Johansson pilotarían junto a Alboreto aquel año.

En las siguientes dos temporadas, el escenario se dibujaría más complicado para el equipo italiano. Williams se levantaba ante la hegemonía McLaren para disputarles la corona, incluso Lotus, se mostraba pujante y con ganas de reverdecer viejos laureles. Ferrari se quedaba atrás.

El año 1988 supuso un pequeño resurgir para Ferrari, gracias en parte al empujón de Monza, la carrera de casa, donde los de Maranello realizaron una sensacional actuación que les valdría el doblete. Precisamente esta victoria se produciría días después de la luctuosa noticia de la muerte del fundador de la Scuderia, Enzo Ferrari.

El doblete fue todo un homenaje. Pero aquella fue la única victoria de la temporada para los de rojo, y así difícil forjar un campeonato. Al menos, volvieron a rescatar una segunda plaza en constructores que habían perdido en años anteriores.

Gerhard Berger finalizaría tercero el mundial. Michele Alboreto se despediría aquel año de Ferrari tras cinco temporadas y con muy buenos resultados.

Último año de los ochenta y en Ferrari sabían que tenían que estar en aquella feroz pelea McLaren vs Williams. La Scuderia no podía faltar, desde Maranello había que trabajar duro y, en pista, los pilotos debían estar a la altura. Junto a Berger, los italianos ficharon el talento indomable de Nigel Mansell para capitanear el barco.

Aquel año, cada carrera en la que los de Ferrari acabaron en los puntos, lo hicieron en el podio, pero aún así, no fue suficiente. Mansell finalizó tercero en el campeonato de pilotos, Berger séptimo y Ferrari, tercera en constructores. Estaban más cerca, ya metidos en la batalla, pero sin la posibilidad aún real de pelear el mundial de pilotos y constructores.

Escrito por Dani Gullen

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